20 de octubre de 2011

ISLA DEL SOL

Jueves 7 de octubre
COPACABANA
Ya con la luz del día nos dispusimos a recorrer Copacabana, el lugar es muy pintoresco, pero lo más llamativo de todo son sus festividades. Esta pequeña ciudad con ritmo andino se ve colmada los fines de semanas por peregrinos que viene hasta la basílica de la Virgen de Copacabana a hacer bendecir sus carros (autos), para ello hacen cola alrededor de la plaza y las calles laterales con los autos totalmente decorados con flores y adornos coloridos.
Finalizada la misa de la mañana el sacerdote sale a bendecir los carros y lo que realmente impresiona es la devoción y la fe de esta gente que vive esto como una verdadera fiesta. Después de la bendición comen en familia, sobre la costa del lago, y se escucha alegría y música.

Barca de totora

La iglesia es muy grande pero distinta a las que venimos conociendo hasta ahora ya que tiene una mezcla de arte colonial con decoraciones moriscas de cerámicas y mayólicas.
Al mediodía nos embarcamos para conocer la Isla del Sol, hicimos un navegación de hora y media, tranqui, acompañados por muchos turistas extranjeros (o gringos, como dicen ellos). La isla es realmente preciosa, se la denomina Isla del Sol porque dice la leyenda que el dios sol le dio vida allí a Manco Capac, primer inca y en la Isla de la Luna , enfrente de ésta, a Mama Ochla, hermana y esposa de él. Desde aquí surge la raza de los Inkas, reyes, ya que esta pareja salió hacia el continente a cumplir con el mandato de su dios de buscar el lugar donde la vara de oro que le entregara a Manco se pudiera hundir en la tierra (pachamama) hasta perderse en ella. Ese lugar es Cuzco ombligo del Imperio Inca.
Una vez más tuvimos que trepar por escaleras incas (estos indios no se cansaban nunca de subir) para obtener desde allí una maravillosa vista del Lago Titicaca y sus islas.
Hay cercanos a la otra orilla varios comedores hechos en islas flotantes, que tienen sus propios criaderos de truchas y las ofrecen super frescas.

Restaurant flotante

En la Isla hay un pueblo, con escuela, iglesia, varias viviendas y varios hoteles de distintas categorías adonde suelen pernoctar los turistas europeos quienes se fascinan con las historias de los lugareños  y con compartir su cotidinidad, por supuesto hay también un hotel que tiene lancha propia, muelle propio, zoológico propio, vivero propio, todo exclusivo para sus huéspedes que fascinados navegaban “a remo” con una embarcación de juncos disfrazados de collas.
Próxima parada en unas ruinas sobre la misma orilla de la isla, muy interesantes por su estado de conservación.
Llegamos a la costa ya sobre el atardecer y fuimos a cenar a un lugarcito llamado La Orilla, fue atravesar sus puertas para darnos cuenta que era un lugar distinto, como distinto es Miguel su propietario. Nos sentimos tan bien atendidos y estuvimos tan cómodos que nos pusimos a charlar con él hasta avanzada la noche, primero comenzamos hablando de los lugares para conocer, de Copacabana, hasta llegar a su historia.
Miguel es Licenciado en Sistemas y Administración de Empresas, a los 9 años de edad emigró con su mamá que había enviudado joven hacia los Estados Unidos adonde ya vivían algunos de sus hermanos mayores.
Miguel vivió hasta esa edad una infancia muy feliz en Copacabana, si bien la familia vivía en La Paz todos los veranos se reunían en el Lago, con tíos, hermanos, primos, etc. Esos recuerdos lo acompañaron siempre , entonces después de varios años de vivir en Washington y luego en Guadalajara, México, con muy buenos trabajos allí hizo un click en su vida y retornó a sus raíces.
Aquí en Copacabana conoció a su actual esposa, con la que tiene dos hermosos niños, y el pequeño restaurant, que lejos de ser elegante y distinguido tiene EL ESPIRITU de sus propietarios, quienes hicieron la opción de vida de estar con la familia, lejos de la locura de las grandes ciudades y con este emprendimiento lograr el objetivo de mantenerse juntos y disfrutarse.
Entre tanta charla sobre la realidad de nuestros pueblos, los sufrimiento y los maltratos, y lo difícil que nos resulta ver esas cosas y poder hacer poco o nada para modificarlas, Miguel nos contó una anécdota que nos parece importante compartir con ustedes.
Al poco tiempo que él se volviera de EEUU y cuando comenzaba sus primeros pasos en esto de instalarse en Copacabana,y de tratar de cambiarle la mentalidad a la gente local,  un día de mucha lluvia y frío encontró en la calle a una señora mayor que iba descalza, entonces se le acercó y le pidió que lo acompañara, se dirigió a uno de esos locales a la calle que venden de todo y le compró un par de ojotas de las que usan habitualmente . La señora muy emocionada le agradeció el regalo y apresuradamente puso las ojotas en su morral y siguió su camino descalza ante la mirada atónita de Miguel.

Esto le enseñó a Miguel y creo que sirve para muchos, que la gente no siempre es “pobre” que muchas veces las riquezas del alma, de las tradiciones, de las costumbres y de los lugares son más importantes que “las cosas” seguramente la señora se pondría las ojotas, pero el “domingo” como es la costumbre de los collas y los aymaras. Si ella siempre había caminado descalza porque debería cambiar eso?????
En este punto creemos que cada uno puede sacar sus propias conclusiones.


Sábado 8  de octubre
Haciendo caso a los consejos de Miguel nos fuimos a recorrer la costa de la península, nos sentamos en un muellecito y se nos acercó a charlar un lugareño que nos contó que allí habitaban 80 familias que vivían de la agricultura, que cada familia tenía de 1 a  3 hectáreas de terreno en las que cultivaban habas, papas y quínua. Además son pescadores y algunas familias tienen sus propios criaderos de truchas. Todo el entorno resultaba acogedor y tranquilo, y en toda la ladera de la montaña hay ruinas incas. Fue un hermoso paseo.
 
Buena navegada

Cuando retornamos a Copacabana la encontramos super poblada, claro, era sábado por la tarde, en la mañana habían llegado muchos peregrinos para la bendición de los carros, entonces había familias por todos lados, la tarde muy buena en cuanto al clima hizo que todos se volcaran a la costa y nosotros hicimos lo mismo mate y libro y a disfrutar del paisaje.
Esa noche volvimos a lo de Miguel, nos comimos unas riquísimas truchas y nos despedimos de ellos no sin antes sacarnos una foto.
Suerte familia, ojalá las cosas salgan tal como las planearon y que sigan siendo tan felices como ahora.




 

2 comentarios:

  1. Me encantó! las fotos cada vez mejores y los lugares preciosos. Pero siempre lo mas interesante es el trato con la gente que uno se cruza en el camino!; re lindo! besos

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