Viernes 30 de diciembre
Cuando nos levantamos nos invitaron a desayunar al mercado, fue también un lindo paseo, recorrimos los puestos de frutas y verduras, de carnes, de pescados y en el centro mismo del mercado en un barcito al paso tomamos el desayuno. Compartir esta comida nos permitió conocer sobre las costumbres del lugar y el tipo de carta que se estila ofrecer, se puede pedir desde un “gallo pinto” (arroz blanco con frijoles) spaghettis, tortillas chorreadas de maíz dulce, panqueques, revueltos de huevos con o sin jamón, sándwiches de queso y una serie de diferentes platos poco conocidos por nosotros. Franklin y Jacqui no paran de saludar y ser saludados, es como sentirse dentro de una gran familia y el trato que se les brinda nos hace presumir cuan queridos son en su ciudad.
La casa/copia de los campesinos |
Después de esto nos fuimos a conocer la “casa de campesino” que se está construyendo Franco en la urbanización Takiscú en las afueras de Cartago, ya nos estaba esperando. Este sitio tiene una vista increíble, es como vivir en el medio del campo a escasos minutos de la ciudad. Los terrenos de esta urbanización son de la familia Fernández Ezquivel, el abuelo y el padre de Franco fueron también importantes personajes de Cartago.
Vista desde la casita!!! |
Después de charlar un ratito en el lugar nos dirigimos ahora con Franco a bordo a la casa de Don Carlos Ramirez, ubicada en la zona de Tierras Blancas, una población cercana situada sobre las laderas de la montaña. Esta casa de 200 años de antigüedad propiedad de Don Carlos fue siempre de su familia y él es ahora fiel custodio de todo lo que allí se conserva, y la colección de antigüedades se ve incrementada día a día por su tenacidad y esfuerzo. Don Carlos retirado del banco es también docente del área de sociales en colegios de la zona, como se imaginarán estábamos rodeados por toda la cultura cartaginense, un inmenso honor para nosotros recibir de estos caballeros tantos detalles y relatos de la historia de Cartago. Quedamos comprometidos para almorzar el lunes con Don Carlos allí en su casa.
Nos despedimos de él y otra vez a comer, comenzamos a recorrer varios restaurants que ya estaban cerrados hasta que encontramos uno sugerido por Franco que si estaba abierto y nos comimos una “parrillada criolla”, es un gran plato con diversas carnes, de pollo, cerdo y res, algunos vegetales, tortillas de maíz y no recuerdo que más. La sorpresa de la jornada fue que el café de Franco le fue servido en una taza que lleva su nombre impreso, que tal?
Franklin y Jacqui nos habían ofrecido su casa de descanso, una cabañita levantada por las manos de ellos en una zona llamada Navarro, para que pasáramos esa noche, agradecidos por la oferta aceptamos de buen grado la invitación ya que nos hacia falta un descansito después de tanto andar, así que cuando regresamos a la casa fuimos a buscar la camio y nos dispusimos a seguirlos.
El camino a la cabaña es todo de montaña, la ruta de tierra y con mucho pozo, pero el paisaje hace que todo eso se olvide ya que es realmente maravillosa la naturaleza por estos lados. Después de aproximadamente 40 ´de camino llegamos a la casita, nos encantó!!!, sobre la ladera de la montaña, en una terraza preciosa y en lo alto nos recibía orgullosa. Nos tomamos unos mates con Jacqui (ya a esta altura adicta a la yerba, jajajaja) y luego se despidieron dejándonos a cargo de la casa. Aprovechamos la tarde para limpiar nuestra casita rodante, le dimos una limpieza general merecida después de varios días de alojarnos y subimos la empinada escalera para disponernos a leer y descansar.
Al poco rato se apareció Sergio, un increíble amigo de los chicos, que llegaba caminando desde Cartago para llevarle un medicamento a la nena de la pulpería de abajo que estaba con una infección intestinal , se había enterado el día anterior cuando salió a caminar y como él sabía que nadie la llevaría al médico o le alcanzaría la medicación, él lo hizo. Así su carta de presentación, nos contó que se había encontrado en el camino con Jacqui y Fran y que ellos le habían sugerido que nos visitara. No solo nos visitó, se quedó a cenar con nosotros compartiendo unos exquisitos tamales que traía en su mochila, brindó con unos traguitos de ron y se quedó a charlar por varias horas. Descubrimos otro gran creyente, que con la fuerza de la Fe está haciendo frente a la enfermedad de su mamá. Nos regaló recetas, nos regaló consejos de viaje y nos regaló su corazón. Grande Sergio!!!
Nos fuimos a dormir en el medio del más absoluto de los silencios, solamente interrumpido por el continuo ronroneo del río que corre a escasos metros, espectacular este día también. Gracias Dios por tanto.
Que bueno que la esten pasando tan bien!, Siempre se los digo, lo mas lindo de los viajes es la gente. Por donde andaran ahora?
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